viernes, 29 de septiembre de 2017

13 Razones por que... debemos prestar atención al suicidio


Me gustaría dedicar esta entrada a la reflexión de un tema que puede ser bastante delicado: el suicidio, definido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como el acto deliberado de quitarse la vida; actualmente es considerado un problema de salud pública grave y creciente a nivel mundial (Fadanellia, Lemosa, Florencia Sotoa y Hiebrab, 2013).

El 40.8% de los suicidios ocurren en jóvenes de 15 a 29 años. Entre ellos, la tasa alcanza 7.5 suicidios por cada 100 mil jóvenes. Campeche (10.2), Aguascalientes (8.6), Chihuahua (8.4) y Yucatán (8.4), son las entidades que presentan mayor tasa de suicidios por cada 100 mil habitantes. (INEGI, 2016). La OMS (2000) estima que el suicidio es una de las primeras diez causas de muerte en todos los países y se encuentra entre las tres primeras causas de muerte entre la población de 15 a 35 años de edad.

Para el 2000, hasta un millón de suicidios ocurriría anualmente: uno cada 40 segundos y habían de 10 a 20 intentos de suicidio por cada uno consumado (un intento cada tres segundos). Podría pensarse que el suicidio es un fenómeno que se presenta principalmente entre los adultos, pero un tercio de países han reportado un incremento significativo de suicidios en la población joven, como ejemplo en 21 de 30 países de la región europea, el suicidio de adolescentes hombres entre 15 y 19 años tuvo un incremento en la década de los noventa (Mittendorfer Rutz & Wasserman, 2004).

Mucho se ha dicho sobre el suicidio, existen campañas y proyectos dedicados a abordar este tema desgraciadamente, tan frecuente en estos días. Hace unos meses Netflix presentó una serie titulada "Thirteen reason why", que refleja situaciones incómodas, pero reales en la adolescencia: el acoso escolar, la violencia sexual y el suicidio. A través de los capítulos, nos presentan como la vida de una adolescente comienza a “destrozarse” a partir de un rumor malicioso, que termina colocándola en una situación vulnerable, siendo el blanco perfecto para sus compañeros de la escuela. Sobre este último punto, los compañeros que son testigos del acoso y que deciden mirar a otro lado, deja ver otro problema de la juventud, la falta de interés por los demás y la difusión de responsabilidad.

Si bien la serie está situada en Estados Unidos, el contenido de violencia psicológica, física y sexual en la serie no es ajeno a la realidad mexicana, pues basta recordar los videos de adolescentes que circulan por las redes, los cuales reflejan situaciones asociadas con dichos fenómenos y todos, protagonizados por adolescentes hombres y mujeres. La conducta de estos adolescentes, más allá de ser antisocial, puede tener consecuencias psicológicas que los lleven a caer en situaciones que no sepan manejar o bien, nos refleja una realidad social de crianza y relaciones sociofamiliares, que promueven el aumento de estos fenómenos.

Es por eso, que me gustaría señalar 13 razones que han sido asociadas con la conducta suicida en adolescentes, los cuales pueden ser usados por profesionales y personas en contacto con este grupo poblacional como FOCOS ROJOS. Debe recordarse, que los puntos presentados NO SON necesariamente indicadores de posible conducta suicida, pues muchos adolescentes poseen habilidades que les permiten ser Resilientes a las mismas y el suicidio no es una opción; pero si conoces a alguien que presente alguna de ellas, nunca está de más ofrecerle ayuda para contactar con profesionales que puedan orientarlos para sobrellevar dichas situaciones.

Cabe aclarar que el orden presentado no implica la importancia de los factores(Hawker y Boulton, 2000; Barón, 2000; González, Ramos, Vignau, y Ramírez, 2001; De Zubiría Samper, 2007; Aparicio Cabrera, 2009; Cano, Gutiérrez, Nizama, 2009; Asociación Mexicana de Tanatología, 2011; Hernández-Brigas y Flores-Arenales, 2011; Valadez, Amezcua, González, Montes y  Vargas, 2011; Aja Eslava, 2013; Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales, 2013; Sánchez-Loyo, Morfín López, García de Alba García, Quintanilla Montoya, R., Hernández Millán, Contreras Preciado, y Cruz Gaitán, 2014; Pacheco y Paula Peralta, 2015; UNICEF, 2017):

RAZÓN 1. Factores sociodemográficos: en cuanto a las diferencias de género, se ha encontrado que, en México los hombres son más propensos a consumar un suicidio, mientras que las mujeres se mantiene en la ideación suicida por más tiempo. En cuanto a la edad, 15 y 24 años de edad resulta el grupo de edad en el que las mujeres presentan niveles de suicidio más altos. Respecto a los hombres, el mayor índice de suicidios se presenta entre 25 a 34 años. El desempleo y las dificultades económicas, también son asociados a la ideación e intentos suicidas, pues implica una situación estresante, que puede llevar a las personas a la desesperación, pudiendo expresarse en conductas autodestructivas.

RAZÓN 2. Sufrir acoso escolar: el acoso escolar o Bullying se ha puesto de moda, no solamente por el aspecto de la violencia que implica, si no también, por que se ha demostrado que es un factor que puede llevar a la víctima a cometer suicidio. Este fenómeno violento, somete a el o a la adolescente a una situación de estrés, aislamiento y rechazo, es decir, lo hace vulnerable a la violencia ejercida contra él por sus pares; las víctimas de acoso escolar presentan mayor sintomatología de carácter ansioso y depresivo, con una autoestima más baja, situaciones que pueden desembocar en ideas y prácticas autodestructivas. En algunos estudios se ha encontrado, que las mujeres que viven acoso escolar tienen mayores ideaciones suicidas, mientras que los hombres acosados, son los que pasan al acto suicida con mayor frecuencia.

 RAZÓN 3. Ser víctima de violencia sexual: ser víctima de violencia sexual, implica en sí mismo, un factor de riesgo multifactorial y se agrava, cuando se trata de un o una adolescente. Se ha descubierto que entre el 15% y el 20% de las víctimas de algún tipo de violencia sexual han pensado o intentado suicidarse. Lo anterior se agrava si la violencia sexual es prolongada y el o la adolescente no recibe apoyo profesional; aquellos que han experimentado este tipo de violencia, muchas veces se encuentran aislados y por vergüenza, sobre todo los hombres, no recurren o piden ayuda para amortiguar las secuelas psicológicas. De igual manera, esta situación se puede asociar a depresión, culpa y miedo, aspectos que se han vinculado directamente con el intento suicida.

RAZÓN 4. Ser ejecutor de violencia: podríamos suponer que en la dupla de la violencia (victima-victimario), solamente la victima puede presentar ideaciones o conducta suicida, pero no es del todo cierto. Las y los adolescentes que ejercen violencia, tienen significativamente mayores niveles de agresión e impulsividad, aspectos asociados con el riesgo suicida; En un estudio con 11,631 adolescentes en Estados Unidos, se encontró que aquellos que eran más propensos a estar involucrados en peleas, fueron los que con mayor probabilidad reportaron intentos de suicidio. Debemos recordar que los agresores de violencia pueden estar, al mismo tiempo víctimas de la misma, expresando su frustración, miedo, etc, siendo dominantes y agresivos con adolescentes que pueden ser considerados más vulnerables.

RAZÓN 5. Problemas familiares: estos incluyen violencia hacia el adolescente, violencia entre los padres, problemas entre hermanos y problemas entre los padres, situaciones que dejan al adolescente en una situación vulnerable. La violencia intrafamiliar. También se ha señalado que, el 72% de los adolescentes con intentos de suicidio, uno o ambos padres se encontraban fuera del hogar, más de la mitad tenían un padre que había reorganizado su vida con otra pareja; en las familias monoparentales, el padre presente (generalmente la madre) trabajaba fuera del hogar. En general, en los diferentes estudios realizados es significativo el elevado índice de conflictos, en particular la separación de los padres y la ausencia de una figura representativa de autoridad parental. Por otro lado, se ha identificado que los antecedentes familiares patológicos, particularmente los trastornos afectivos y el abuso de drogas y alcohol, además de esto, se ha sostiene que en un 60% de casos de adolescentes con intento de suicidio o suicidio consumado, tenían al menos un pariente que había intentado suicidarse o lo había conseguido.

RAZÓN 6. Problemas con su pareja: los lazos afectivos durante esta etapa son muy importantes, dado que se presentan las relaciones amorosas y que dado a la inmadurez emocional de los y las jóvenes. La separación de la pareja y la violencia pueden ser dos de las causas más asociadas a los intentos suicidas en este grupo. Este tipo de problemáticas se relacionan sobre todo, cuando la relación presenta indicadores de codependencia, maltrato físico, psicológico y/o sexual. La pérdida de una relación en esta etapa puede sumir al adolescente en un estado de profunda tristeza y desesperanza.

RAZÓN 7. Trastornos psíquicos: trastornos de personalidad límite, antisocial y narcisista, esquizofrenia y la depresión, están asociados a casos de suicidios; por ejemplo, se estima que en adolescentes que presentan este tipo de trastorno mental, aumenta de un 6 a un 15% la posibilidad de presentar ideación suicida e incluso un intento. Otro estudio señala que la prevalencia de trastornos psiquiátricos aumenta en nueve veces el riesgo suicida y puede estar presente hasta en un 90% en los adolescentes.

RAZÓN 8. Adicciones: en adolescentes que presentan adicciones, presenta de un 7 a un 15% la posibilidad de presentar ideación suicida o un intento. Tenemos que tomar en cuenta que el alcohol facilita la transición desde ideación a conducta e interactuaría con otros factores de riesgo provocando disminución del autocontrol y estimulando la impulsividad. El consumo de este tipo de sustancias, puede provocar desórdenes neurológicos, emocionales y sociales, que alejen al adolescente de sus redes de apoyo y en casos graves, el consumo puede incluso desencadenar una sobredosis que lleve a el o la adolescente a la muerte.

RAZÓN 9. Impulsividad y poca capacidad de afrontamiento: los y las adolescentes, por desarrollo neurológico, no tienen desarrollo por completo el lóbulo frontal, parte del cerebro encargado de realizar funciones para el control de los impulsos. Por eso, en situaciones que sobre pasen las capacidades de afrontamiento el o la joven, el suicidio puede parecer una opción rápida y que “termine con el problema”. La impulsividad en sí misma, es un factor ampliamente asociado con la ideación e intento suicida.

RAZÓN 10. Una enfermedad grave: se estima que sólo alrededor del 25% de quienes intentan quitarse la vida necesitan o buscan atención médica. Podemos incluir aquí tanto la ayuda médica como psicológica o psiquiátrica. Se ha descubierto, que los adolescentes con enfermedades físicas o mentales graves, crónicas y/o discapacitantes, pueden llegar a perder el interés por vivir y caer en la incertidumbre de las consecuencias, cambios de estilos de vida y planes previamente elaborados. 

RAZÓN 11. Descubrimiento de la identidad y preferencia sexual: Es importante aclarar que, en sí mismo, tener una preferencia sexual diferente a la heterosexual no implica un factor de riesgo; sin embargo, el proceso de revelación de la identidad y preferencia sexual, puede implicar rechazo, discriminación y abandono de las redes de apoyo, estos aspectos provocan que el 17% de los jóvenes que son acosados por su identidad y preferencia, atentan contra su vida. Los factores anteriormente señalados, pueden conducir a un estado de desesperación, desesperanza y miedo, dejando vulnerable a el o la adolescente a recurrir al suicidio como una vía de escape para evitar el rechazo y la discriminación. Debemos tener en cuenta que el 57% del acoso homofóbico se inicia entre los 12 y los 15 años, provocando humillación, impotencia, rabia y tristeza, incomprensión, soledad, vulnerabilidad y aislamiento.

RAZÓN 12. Intentos previos de suicidio: tener un plan y el acceso a las herramientas para ejecutarlo, facilita que los adolescentes cometan suicidio, sobre todo si el adolescente no recibe la ayuda adecuada para disminuir los factores que le llevaron a cometer el primer intento de suicidio. Algunos autores, colocan en esta categoría, la presencia de autolesiones las cuales puede ser incluso consideradas como conductas para-suicidas, pero que, si el o la adolescente no conoce el impacto, puede provocarse una herida que comprometa su vida.

RAZÓN 13. Pérdidas significativas recientes: las situaciones de crisis en las que los adolescentes pierden a un familiar cercano o una situación en la que ven comprometida su libertad, su estilo de vida o planes a futuro, son un factor de riesgo muy importante, sobre todo, si la perdida ha ocurrido de manera repentina, la gravedad y la falta de apoyo de redes sociales o profesional. Para un adolescente que carece de habilidades de afrontamiento efectiva,  estos acontecimientos vitales estresantes negativos aceleraran la decisión de terminar con la propia vida. Y por su vía “resuelven”, de una vez por todas, el doloroso conflicto atracción – evitación de la situación y la modificación de su realidad.

Las razones presentadas, conforman solamente una parte de los factores que se han asociado al suicido en la adolescencia. Retomando la serie "Thirteen reason why", podríamos preguntarnos, si los padres o amigos de Hana hubieran sabido estos dato ¿podrían haber impedido su suicidio? Es probable que sí, pues son muchos los organismos internacionales y estudios relacionados al tema, que señalan, que la a identificación oportuna y específica de factores de riesgo de intento y de reintento suicida nos puede ayudar a comprender y a prevenir la incidencia de actos suicidas (OMS, 2000).

“Los suicidios pueden prevenirse y de hecho existen intervenciones eficaces. Ante todo, y en un plano personal, la detección y tratamiento tempranos de la depresión y de los trastorno por consumo de alcohol son fundamentales para la prevención del suicidio, así como el contacto de seguimiento con quienes han tratado de suicidarse y el apoyo psicosocial en las comunidades (OMS, 2017)”

La OMS (2017)  ha señalado que prevención y detección del suicidio, al igual que el fenómeno mismo, están compuestos de muchos factores, señala sobre todo, como responsabilidad social, familiar e internacional que las tasas de suicidio en esta población no aumenten, utilizando algunas estrategias, que pueden parecer simples, pero que implica un compromiso y cuidado real de todos aquellos, que tenemos contacto directo con el adolescente. Algunas de sus recomendaciones son:

  1. Fundamentación de las intervenciones eficaces destinadas a reducir el acceso a los medios para suicidarse.La adopción por los medios de comunicación de normas responsables de información sobre suicidios.
  2. La introducción de políticas para reducir el consumo nocivo del alcohol.
  3. En los sistemas de salud, es imperativo que los servicios de atención de salud incorporen entre sus componentes básicos la prevención del suicidio.
  4. Promover la prevención y el tratamiento adecuados de la depresión y  otros trastornos psíquicos asociados al suicido.
  5. Implementar mecanismos de seguimiento con quienes han intentado suicidarse.

Como profesionales, debemos seguir investigando y generando intervenciones eficaces con evidencia empírica de su impacto en la prevención del suicidio. Como miembros de la sociedad, debemos abrir los ojos y fijarnos en aquellos que, por costumbrismo, asociamos con cambios de humor o exageración de situaciones. Las razones presentadas, nos demuestran que NINGUNA señal debe ser tomada a la ligera, pues intervenir a tiempo, permite que un o una adolescente salve su vida y pueda construir un futuro.

Referencias



Aparicio Cabrera, A. (2009). Acercamiento al estudio de la relación entre la economía y el suicido en México. En Reflexiones sobre el suicido. Universidad Autónoma de Tlaxcala. México: Universidad Autónoma de Tlaxcala.

Aja Eslava, L. (2013). Acoso escolar y suicidio: lo evidente detrás de lo aparente. Obtenido de Corporación Buscando Ánimo: http://www.buscandoanimo.org/Descargas/forensis/Acoso%20escolar%20y%20suicidio%20- %20FORENSIS%202013.pdf

Asociación Mexicana de Tanatología. (2011). Suicidio en Adolescentes. Recuperado de: http://www.tanatologia-amtac.com/descargas/tesinas/27%20Suicidio%20en%20adolescentes.pdf

Baron, O. (2000). Adolescencia y suicidio. Psicología desde el Caribe, 6. 48-69

Cano, P.,  Gutiérrez, C. y Nizama, M. (2009). Tendencia a la violencia e ideación suicida en Adolescentes escolares en una ciudad de la amazonía peruana. Rev Peru Med Exp Salud Publica, 26(2). 175-81.

De Zubiría Samper, M. (2007). Mil Motivos y Tres Causas del Suicidio Juvenil
Tesis Psicológica, 2. 11-34

Fadanellia, M., Lemosa, R.,  Florencia Sotoa, M. y Hiebrab, M. (2013). Bullying hasta la muerte. Impacto en el suicidio adolescente. Rev Hosp Niños BAires,  55, (249). 127-135.

Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales. (2013). Acoso escolar (y riesgo de suicidio) por orientación sexual e identidad de género:
Fracaso del Sistema Educativo. Recuperado de: http://www.felgtb.org/rs/2157/d112d6ad-54ec-438b-9358-4483f9e98868/671/filename/informedefensor-17m13.pdf

González, C., Ramos, L.,  Vignau, L. y Ramírez, C. (2001). El abuso sexual y el intento suicida asociados con el malestar depresivo y la ideación suicida de los adolescentes. Salud Mental, 24 (6). 16-25

Hawker, D. y Boulton, M. (2000). Twenty years’ research on peer victimization and psychosocial maladjustment: A meta-analytic review of cross-sectional studies. The Journal of Child Psychology and Psychiatry and Allied Disciplines, 41(4), pp. 441-455.

Hernández-Bringas, H. y Flores-Arenales, R. (2011). El suicidio en México. Papeles de población, 62. 69-101.

INEGI. (2016). Estadísticas a propósito del Día Mundial para la Prevención del Suicidio. Recuperado de: http://www.inegi.org.mx/saladeprensa/aproposito/2016/suicidio2016_0.pdf

Mittendorfer Rutz E & Wasserman D. (2004). Trends in adolescent suicide mortality in the WHO European Region. European Child & Adolescent Psychiatry, 13. 321-331.

OMS, 2000, “Prevención del suicidio, un instrumento para médicos generalistas, trastornos mentales y cerebrales”, En Estadísticas sanitarias mundiales. Departamento de salud mental y toxicomanías. OMS, 2010. Recuperado de: http://www.who.int.

OMS. (2017). Prevención del suicidio SUPRE. Recuperado de: http://www.who.int/features/qa/24/es/

Pacheco, B y Peralta, P. (2015). La conducta suicida en la adolescencia y sus condiciones de riesgo. Revista de ciencias médicas. 40 (1), 47-55

Sánchez-Loyo, L., Morfín López, T., García de Alba García, J., Quintanilla Montoya, R., Hernández Millán, R., Contreras Preciado, E. y Cruz Gaitán, J. (2014). Intento de Suicidio en Adolescentes Mexicanos: Perspectiva desde el Consenso Cultural. Acta de investigación psicológica, 4 (1). 1446 - 1458

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Valadez, I., Amezcua, R., González, N.,  Montes, R. y Vargas, V. (2011). Maltrato entre iguales e intento suicida en sujetos adolescentes escolarizados. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, 9 (2). 783-796




viernes, 15 de septiembre de 2017

¿Cómo educar a un delincuente?: De la crianza a la delincuencia




Hace unos años tuve la oportunidad de involucrarme en el estudio de la violencia y la delincuencia. Por aquellos tiempos me topé con un proyecto de una profesora que se realizaba en una de las cárceles de mi estado. Participar en el proyecto de investigación sin duda fue una experiencia que marcó mi trayectoria profesional. Conocer delincuentes de todo tipo, y hacer entrevistas a profundidad con ellos era bastante atrayente. Sin embargo, conforme uno entrevistaba agresor por agresor, algunas situaciones eran bastante consistentes: uso de sustancias, un grupo de amigos que son mala influencia, y sobre todo una relación disfuncional con los padres. Recientemente, esto último ha vuelto a llamar mi atención al encontrarme con un artículo titulado La relación entre los estilos de crianza y la delincuencia: un meta-análisis” por Machteld Hoeve y sus colaboradores. Éste artículo aborda como los diferentes estilos de crianza que tienen los padres puede ayudar o bien impedir que los hijos se vuelvan delincuentes.


Para entender lo anterior previamente tenemos que estar familiarizados con los cuatro estilos de crianza que una madre o padre pueden tener: autoritario, democrático, permisivo y negligente. Sin duda el solo nombre de los estilos nos da una buena idea del tipo de padre que son. Los padres autoritarios son aquellos que son inflexibles con sus reglas, que crían hijos que deben ser obedientes y sumisos; en contraparte a éstos son los padres permisivos, padres que dan total libertad a sus hijos y que cuando rompen alguna regla -si es que las hay- no existen consecuencias por ello; los padres democráticos juntan lo mejor de los anteriores, padres que ponen límites pero que también dan libertad y flexibilidad cuando la situación lo amerita. Finalmente, los padres negligentes -sin duda el peor de la tipología- son padres que simplemente no prestan atención a sus hijos, como si la crianza no hubiera sido hecha para ellos.

Estos estilos bien diferenciados fueron propuestos por primera vez por la investigadora y psicóloga Diana Baumrid, que además de ser famosa por su tipología también lo fue por alzar la voz por las implicaciones éticas del controversial estudio de obediencia de Stanley Milgram (el cual valdría la pena comentar en futuras entradas). Baumrid, una mujer interesada por la psicología del desarrollo y por la moral de los propios psicólogos, es un personaje importante en la psicología. En una era en la que la psicología era dominada por hombres como Milgram, Asch o Skinner, esta mujer contribuyó a la ciencia de la psicología de forma equiparable a sus congéneres masculinos. Entre la década de los 60 y 70 Diana Baumrid realizó una serie de estudios que le permitió identificar las tipologías antes mencionadas. En 1971 publicó posiblemente uno de los estudios más citados en psicología[1] , explicando los métodos y técnicas empleados para obtener las tipologías. La metodología utilizada por Baumrid si bien es extensa, resulta también sencilla y elegante. Baumrid utilizó más de 100 familias y niños a los cuales, entrevisto sobre sus prácticas de crianza, y contrastó con observaciones detalladas para verificar que lo reportado por ellos coincida con la realidad. A partir de estas entrevistas y observaciones, y recolectando una serie de variables por medio de un instrumento diseñado para el estudio, pudo asociar distintos tipos de comportamientos con las tipologías antes mencionadas a través de una técnica conocida como “análisis de congloremados”. El análisis de conglomerados permite buscar grupos de sujetos que comparten características similares entre sí, formando pequeños grupos o “conglomerados” de sujetos. Fue a partir de esta metodología que Diana Baumrid pudo obtener sus cuatro estilos de crianza parental. Si bien algunos textos mencionan que fueron Maccoby y Martín quienes propusieron el estilo “negligente” en 1983, lo cierto es que Baumrid ya lo había identificado 11 años antes en su estudio de 1971.

Ciertamente el legado de Diana Baumrid sigue vigente hasta nuestros días. Resulta imposible buscar algún artículo sobre crianza parental que no aborde -aunque sea de forma breve- la tipología propuesta por ella. Entre las líneas de investigación más frecuentes que hacen uso de ésta tipología destaca su relación con la delincuencia juvenil, en donde los resultados son bastantes consistentes a través de diversas metodologías y poblaciones: el democrático es el mejor estilo de crianza, y el peor: el negligente, seguido por el permisivo. Pero ¿A qué se debe esto? ¿Qué hacen algunos padres que sus hijos terminan siendo delincuentes y que hacen los otros que no? Lo cierto es que es un poco difícil responder esta pregunta debido a la variedad de metodologías utilizadas en los estudios, así como por la sobresimplificación que ha tenido en décadas recientes la tipología de Baumrid. Los estilos democrático, autoritario, permisivo y negligente son meros arquetipos. Sería bastante difícil encontrarnos con una familia cuyos padres cumplan al cien por ciento las características de una sola tipología. Mis padres por ejemplo han sido tanto democráticos como autoritarios dependiendo de la situación, la edad o incluso del hijo. Y eso me lleva a retomar uno de los ejes analíticos que retoma el estudio de Hoeve que menciono al inicio del artículo: que las tipologías propuestas por Baumrid se logran gracias a la combinación de otras dos variables: el apoyo y el control.

El apoyo y el control son dos variables que, a través de su interacción, permiten obtener distintos tipos de crianza. Ambos, siendo variables representables en un continuo, es decir, puede haber poco apoyo o mucho apoyo, y poco control o mucho control. El apoyo podríamos definirlo como la capacidad de los padres de responder antes las necesidades de los hijos, prestar atención, ser cálidos y afectuosos. Por su parte el control hace referencia a las exigencias o demandas que los padres tienen hacia los hijos, que en el mejor de los casos éste control podría estar orientado hacia las metas de los hijos, o en el peor hacia las metas de los padres (“aquí se hace lo que yo digo”). Según Hoeve la interacción entre el control y el apoyo da como resultado las diferentes tipologías: mucho control y poco apoyo da como resultado padres autoritarios; poco control y mucho apoyo los permisivos; mucho control y apoyo los democráticos; y poco control y apoyo los negligentes. Es por ello que los padres pocas veces pueden ser encasillados en alguna tipología en particular, ya que constantemente se están moviendo entre el continuo de mucho-poco apoyo y de mucho-poco control. Aunque seguramente preferirán algún aspecto del continuo y la interacción que les ha dado mejores resultados con sus hijos. Sin embargo, hay que mencionar que Diana Baumrid ¡Ya había anticipado lo anterior!, de hecho, su tipología se basa en un análisis de conglomerado de las variables que miden apoyo y control, y que incluso -como ella misma menciona en su artículo de 1971- se basaba en el tratado de otro investigador: Schaefer, cuyo estudio en éstas dos dimensiones de apoyo y control fue publicado en 1965.

A pesar de que la propuesta de Hoeve en su meta-análisis simplemente consiste en retomar ejes analíticos propuestos previamente por Schaefer y Baumrid, su artículo tiene un valor significativo: integra una serie de estudios sobre un mismo tema para buscar consistencias en sus resultados. Lo anterior puede hacer a través de dos métodos bastante utilizados: las revisiones sistemáticas y los meta-análisis. Los primeros siendo más cualitativos, y los segundos aplicando técnicas cuantitativas al análisis de los resultados. Éstas técnicas son especialmente importantes en ciencia, ya que permiten integrar los resultados de diferentes estudios para encontrar consistencias en los resultados. Es por ello que resulta importante el esfuerzo de Hoeve para identificar que prácticas realizan los padres de jóvenes delincuentes que son diferentes a la de los padres de jóvenes no delincuentes a través de un meta-análisis. A través del análisis de 161 investigaciones acerca de estilos de crianza y delincuencia, fue que Hoeve pudo identificar qué patrones relacionados con el apoyo y el control están asociados con padres de jóvenes normales y que contrastan con los de los padres de delincuentes juveniles. Pudo identificar que, en cuanto al apoyo, las conductas y malas prácticas que están relacionadas con la delincuencia son la negligencia (no prestar atención al hijo, evitarlo), la hostilidad hacia los hijos (manifestar su enojo contra ellos, hacerlos sentir como una molestia, una fuente de irritación o ser sarcástico con ellos), y el rechazo. Con respecto a la dimensión de control, una supervisión pobre (no saber qué hace o con quién está), demasiado control psicológico (usar la culpa como una forma de control), y la sobreprotección también estaban asociadas con la delincuencia. Otras conductas como tener una disciplina consistente o una comunicación abierta con el hijo, contrario a lo que se creería, no tuvieron relación alguna, o bien su relación fue débil.

Gracias al estudio de Hoeve, ahora tenemos una idea más clara de porque el estilo de crianza democrático está relacionado con una baja delincuencia. Ciertamente los padres de los delincuentes que entreviste mostraban conductas como negligencia y poco control sobre sus hijos, los cuales se vieron obligados a buscar apoyo y atención de amigos con actitudes que favorecían la delincuencia y criminalidad. Así que si usted quiere -por alguna extraña razón- criar a un delincuente tenga en mente lo siguiente: no le preste atención ni los escuche, no les brinda apoyo cuando lo necesiten, hágalos sentir como un estorbo, ignore donde y con quien están, y use la culpa para controlar -si es que desea controlarlos.


Notas

[1] Tan solo en Google Académico, el artículo reporta haber sido citado por 6,292.

Referencias:

Hoeve, M., Dubas, J. S., Eichelsheim, V. I., Van Der Laan, P. H., Smeenk, W., & Gerris, J. R. (2009). The relationship between parenting and delinquency: A meta-analysis. Journal of abnormal child psychology, 37(6), 749-775.

Baumrind, D. (1971). Current patterns of parental authority. Developmental psychology, 4(1p2), 1-103.